Rudy Jose Arzolar Olivero vive en el oriente de Venezuela y desde hace semanas llora desconsoladamente la muerte de uno de sus 7 hijos.
“Pudieron haberlo salvado en el hospital, pero no lo atendieron bien. No nos hicieron caso”, lamenta el hombre de 47 años desde su humilde hogar en el sector Las Delicias de Caicara de Maturín, en el estado Monagas.
El pasado 7 de abril, su hijo, Manuel Arzolar, de 12 años, murió tras ingerir basura en un vertedero cerca de su casa.
Como lo hacen muchos habitantes de este sector del país, Rudy fue con su familia al botadero local para recoger vidrio, plástico y hierro que luego venden por unos cuantos bolívares para subsistir. Allí también buscan qué comer.
“Aquí no hay trabajo”, explica el padre de familia en entrevista con BBC Mundo.
“Al terminar, yo me vine para mi casa y mis hijos se quedaron. Poco después, mi hija vino corriendo y gritando: ‘Papi, creo que Manuel está envenenado porque está tirado en el suelo sin poder moverse'”, agrega.
El caso de Manuel Arzolar ha conmocionado a toda Venezuela.
“Es más rentable ir al basurero que trabajar”
Su muerte simboliza la pobreza extrema en la que muchas familias venezolanas han caído desde el comienzo de la crisis económica que azota al país desde hace una década.
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