Uruguay: confianza en la calidad del agua “se ha desplomado”

El embalse de Paso Severino es la principal fuente de agua dulce para la capital uruguaya y el área metropolitana. Sin embargo, las reservas de esta fuente superficial disminuyen desde hace meses, como consecuencia de una férrea sequía que azota la región.

Una de las medidas adoptadas por la empresa estatal de suministro de agua potable (OSE) para contrarrestar la escasez hídrica, consiste en mezclar el agua dulce de Paso Severino con agua más salobre de fuentes cercanas al Río de la Plata.

Agua potable de menor calidad

Para Angélica Rivera, directora de la Asociación Latinoamericana de Desalación y Reúso de Agua (ALADYR), esta medida representa solo un “paliativo” y “no es una alternativa que deba aplicarse a largo plazo”.

En entrevista con DW, explica que el agua que ahora llega a las casas de los montevideanos es de menor calidad, puesto que contiene mayores cantidades de sodio y cloruros.

Para seguir haciendo frente a la escasez de agua, este 19 de junio, el gobierno del presidente Luis Lacalle Pou declaró la emergencia hídrica, lo cual le permite reducir tiempos y simplificar procesos para llevar a cabo una obra que habilitará otra fuente de agua potable.

Asimismo, el gobierno eliminará los impuestos del agua embotellada y suministrará agua gratuita a regiones con menos recursos económicos, así como a hospitales y centros de primera necesidad.

Emergencia hídrica, “solución falsa”

“Los planes presentados no dan soluciones a las emergencias sanitaria e hídrica. Llevamos ya 86 días de niveles de sodio y cloruros por encima de la norma”, sentencia María Selva Ortiz, de la organización REDES (Red de Ecología Social) – Amigos de la Tierra Uruguay.

En opinión de la experta, la construcción de un embalse en el Río San José, que se calcula en unos 20 millones de dólares, “es otro error del gobierno y otra falsa solución”, puesto que este río tampoco tiene agua para embalsar, producto de la sequía.

“El gobierno conoce la gravedad de la sequía por lo menos desde octubre de 2022, ya que comenzó a tomar medidas de apoyo para los agricultores y ganaderos, pero no aplicó acciones alternativas sobre el suministro. Demoró por lo menos seis meses en iniciarlas”, critica, por su parte, Eduardo Gudynas, miembro del Centro Latinoamericano de Ecología Social (CLAES).

Confianza en calidad del agua “se ha desplomado”

El biólogo hace hincapié en que otras ciudades capitales, como El Cairo, Yakarta o Ciudad de México, siempre han padecido problemas de abastecimiento de agua.

Sin embargo, “Montevideo podría ser el primer ejemplo de una capital de un país que, rodeado de enormes recursos hídricos, se queda sin agua potable o con sus aguas contaminadas por el mal manejo repetido por años”, dice a DW.

En el marco de la crisis del agua, también quedó en evidencia que la empresa estatal de aguas OSE pierde entre el 30 por ciento y 50 por ciento del agua en roturas de cañerías y captaciones ilegales, señala Gudynas, quien asegura que “la confianza del público en la calidad del agua y en las agencias que deben controlarla y manejarla, se ha desplomado”.

“A pesar de la gravedad de las omisiones en distintos niveles, no ha tenido lugar ningún recambio de autoridades. Una crisis de estas proporciones en cualquier otro país hubiera significado reemplazar por lo menos al presidente de la empresa de aguas y al ministro de Medio Ambiente”, opina el experto.

¿Lluvias milagrosas?
Según María Selva Ortiz, de REDES, apenas para agosto y septiembre se pronostica suficiente lluvia para normalizar los niveles de agua. Las autoridades “no están dando ninguna respuesta real a largo plazo, desde febrero, la solución que plantean es que llueva”, subraya en declaraciones a DW.

Su organización, enfocada en la ecología social, propone una serie de medidas para revertir los procesos de deterioro de la cuenca del Río Santa Lucía, de donde procede un 60 por ciento del agua con el que se abastece a la población de Uruguay.

A mediano y largo plazo, el gobierno de Lacalle Pou apuesta por el Proyecto Neptuno, que consiste en la construcción de una planta potabilizadora tomando agua del Río de la Plata. Sin embargo, al aumento de los niveles de salinidad, cloruros y trihalometanos, con esa nueva planta, se sumarían las algas tóxicas y la contaminación que llega al estuario de Argentina, Brasil, Paraguay, Bolivia y Uruguay, dice Ortiz.

“Ningún país debe depender de las lluvias o condiciones climáticas para poder garantizar su progreso. Para ello, existen tecnologías con amplia data y aplicación”, asegura, por su parte, Angélica Rivera.

La directora de ALADYR señala que la sinergia entre el reúso de agua y la desalinización eficientes ha permitido a países enteros, como Israel, prosperar en entornos desérticos.

(ers)

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