El presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, fue sentenciado este viernes a «libertad incondicional» por el juez Juan Merchan, en el caso de pagos irregulares para comprar el silencio sobre una relación extramarital, convirtiéndose así en el primer presidente del país con una condena penal en su haber.
La sentencia supone que el presidente electo, que escuchó la sentencia por videoconferencia, no pisará la cárcel ni tendrá ninguna otra obligación para con el tribunal, en forma de multa o de personación ante la corte con alguna periodicidad.
El juez Merchan dijo en sus consideraciones previas que el caso pudo parecer extraordinario pero fue «ordinario» y similar a otros muchos en la selección del jurado o la consideración de las pruebas inculpatorias, y que él, en ningún caso, podía «borrar el veredicto del jurado».
En su turno de palabra, Trump, vestido con traje azul y una corbata roja a rayas, se negó a devolver el saludo al juez y dijo que esta había sido «una experiencia horrible» antes de reiterar: «Soy completamente inocente, no hice nada incorrecto», según relataron los periodistas presentes en la sala.
En mayo de 2024, un jurado declaró culpable a Trump de 34 delitos de falsificación de registros comerciales para comprar el silencio de la actriz porno Stormy Daniels antes de las elecciones de noviembre del 2016, que ganó, y evitar que saliera a la luz durante la campaña una supuesta aventura extramarital.
¿Cómo reaccionó el presidente electo a la sentencia?
Trump equiparó este viernes su condena penal a libertad incondicional a una derrota de la supuesta «caza de brujas» a la que dice estar sometido por parte del Partido Demócrata.
«Los demócratas radicales han perdido otra patética caza de brujas americana, después de gastar decenas de millones de dólares y pasar seis años de trabajo obsesivo», escribió al poco de conocerse el fallo del juez Merchan, y subrayó que «el verdadero jurado, el pueblo americano, ha hablado y me ha dado un mandato abrumador» en las pasadas elecciones.
Pese a esas palabras, aseguró que piensa apelar el fallo de «esta burla despreciable» y así «restablecer la confianza de los americanos en el que una vez fue nuestro gran sistema de justicia».
En su post, Trump consideró que el fallo de Merchan «prueba por sí solo que NO HAY CASO, NUNCA LO HUBO» porque «fue un caso sin delito, sin daños, sin pruebas, sin hechos, sin ley, solo un juez conflictivo, un testigo estrella que es una desgracia y ha sido degradado como abogado (en referencia a su exsecretario Michael Cohen) y una interferencia electoral criminal».
Los intentos de Trump por detener el caso penal en su contra
Los abogados de Trump han intentado por todos los medios que se desestime el caso, al que Trump se ha referido como una «caza de brujas» y en el que ha acusado al juez y la Fiscalía de ejecutar una persecución política contra él e incluso de interferencia electoral.
Uno de los argumentos más repetidos en sus distintos recursos ante cortes estatales o federales e incluso ante el Supremo es que Trump estaba cubierto por la inmunidad presidencial como «presidente electo» pese a que no haya sido todavía investido en la fecha del fallo, pero todos esos recursos de cientos de páginas han sido desestimados uno tras otro.
El último cartucho del equipo legal de Trump era el Tribunal Supremo, que ayer decidió in extremis y por una exigua mayoria de 5 a 4 jueces (incluidos dos republicanos supuestamente proclives a Trump) que la sentencia debía seguir adelante.
Simpatizantes y detractores se hacen sentir en las calles
A las afueras del tribunal, en esta mañana gélida de enero, dos grupos de simpatizantes y de opositores a Trump aparecieron a primera hora con pancartas, pese a que se sabía que el republicano no acudiría a la vista.
Eran apenas una decena larga de personas en ambos casos: los simpatizantes pro Trump blandían una pancarta que decía «Basta de caza de brujas política» o «Liberad a Trump y salvad América», y dos de ellos ondeaban además una bandera de Israel.
Separados de ellos y sin interactuar entre sí, otro pequeño grupo desplegó otra pancarta que decía «Trump es culpable» y carteles más pequeños con leyendas como «Fascista», «Bancarrota moral» o «Los presidentes no son reyes».