En el centenario del nacimiento de Jaime Lusinchi, su figura vuelve al centro de la memoria política venezolana. Fue un hombre de partido, de lucha, y de profundas convicciones democráticas, que desde muy joven se involucró en las causas populares. En tiempos donde el recuerdo de los líderes civiles se vuelve cada vez más necesario, el artículo que sigue —escrito por el profesor y analista político Douglas Zabala— nos ofrece un repaso reflexivo y humanizado sobre la trayectoria del expresidente.
A continuación, el texto completo:
RECORDANDO A LUSINCHI
Douglas Zabala
Jaime Ramón Lusinchi nació en Clarines, el 27 de mayo de 1924. Lusinchi, con apenas 15 años de edad, se incorporó al activismo político, ingresando al Partido Democrático Nacional (PDN), cuando todavía era un estudiante de bachillerato en la Barcelona de 1939.
Cuando Rómulo Betancourt y otros adecos realizaron el mitin fundacional de su partido Acción Democrática en Caracas, el 13 de septiembre de 1941, Lusinchi participó activamente en esa gran jornada histórica.
Durante sus años universitarios en la UCV, fue presidente de la Federación de Estudiantes de Venezuela (FEV), demostrando desde temprano su compromiso con la política y la defensa de los derechos ciudadanos.
En el periodo de lucha contra la dictadura perezjimenista, demostró arrojo y valor. En 1952, fue apresado por la Seguridad Nacional y, al cabo de un tiempo, expulsado de Venezuela. En su exilio, realizó un postgrado de pediatría en las universidades de Buenos Aires y Santiago de Chile, consolidando su formación académica mientras mantenía su compromiso con la causa democrática.
Lusinchi pudo amarrar sus caballos en Miraflores después de una victoriosa campaña adornada con su sencillo ¡SI!. Los candidatos que le compitieron, entre otros, Rafael Caldera, Teodoro Petkoff y José Vicente Rangel, no pudieron evitar que coronara su victoria con un 63,4% de aclamación popular.
Lusinchi impulsó importantes proyectos de infraestructura y desarrollo social. Durante su gobierno se creó la Comisión Presidencial para la Reforma del Estado (COPRE), con la intención de descentralizar el país.
A pesar de llevar la investidura de expresidente de la República, un 22 de junio de 1993 se dirigió ante el periodista Luis Guillermo García, de Radio Caracas Televisión, pero aludiendo a Marcel Granier, le espetó, varias veces, ante un país asombrado: ¡A mí no me jodes tú!
Hoy, en tiempos de incertidumbre y desafíos para la democracia venezolana, recordar figuras como Lusinchi es más necesario que nunca. Su vida y legado nos invitan a reflexionar sobre la importancia de la lucha por los valores democráticos y el respeto a las instituciones del país.