El Papa Francisco abrió una puerta a la bendición de parejas del mismo sexo después que cinco cardenales conservadores pidieron públicamente al Pontífice reafirmar la doctrina católica para las parejas de homosexuales y la ordenación sacerdotal de las mujeres, dos días antes de un gran sínodo en el Vaticano sobre estos temas.
Jorge Bergoglio le respondió a los cardenales en un documento publicado por el Dicasterio para la Doctrina de la Fe, encabezado por el obispo argentino Víctor “Tucho” Fernández.
Para el Papa argentino, si bien solo la unión indisoluble de un hombre y una mujer abierta a engendrar hijos puede llamarse matrimonio y la Iglesia evita “cualquier tipo de rito o sacramento que pueda contradecir esta convicción”, no se debe perder de vista la “caridad pastoral”.
“En el trato con las personas no hay que perder la caridad pastoral, que debe atravesar todas nuestras decisiones y actitudes. La defensa de la verdad objetiva no es la única expresión de esa caridad, que también está hecha de amabilidad, de paciencia, de compresión, de ternura, de aliento. Por consiguiente, no podemos constituirnos en jueces que solo niegan, rechazan, excluyen”, enfatizó.
En su extensa respuesta, el Papa afirmó: “Por ello la prudencia pastoral debe discernir adecuadamente si hay formas de bendición, solicitadas por una o por varias personas, que no transmitan una concepción equivocada del matrimonio. Porque cuando se pide una bendición se está expresando un pedido de auxilio a Dios, un ruego para poder vivir mejor, una confianza en un Padre que puede ayudarnos a vivir mejor”, indicó.
Además, señaló que, ”si bien hay situaciones que desde el punto de vista objetivo no son moralmente aceptables, la misma caridad pastoral nos exige no tratar sin más de ‘pecadores’ a otras personas cuya culpabilidad o responsabilidad pueden estar atenuadas por diversos factores que influyen en la imputabilidad subjetiva”.
Bergoglio también se refirió a la posibilidad del sacerdocio femenino. En ese sentido, dijo que cuando Juan Pablo II afirmó que es necesario afirmar “definitivamente” la imposibilidad de conferir la ordenación sacerdotal a la mujer, “no estaba denigrando en modo alguno a la mujer ni confiriéndole el poder supremo a los hombres”.
La carta apostólica de Juan Pablo II “Ordenatio Sacerdotalis” (1994) negó la ordenación sacerdotal a mujeres.
“Para ser rigurosos, reconocemos que aún no se ha desarrollado de manera integral una doctrina clara y autorizada sobre la naturaleza exacta de una “declaración definitiva”. No es una definición dogmática, pero debe ser aceptada por todos. Nadie puede contradecirlo públicamente y, sin embargo, puede ser objeto de estudio, como en el caso de la validez de las ordenaciones en la Comunión Anglicana”, aseguró.
Además, dijo que a pesar de que Juan Pablo II defendió “claramente que si bien solo el sacerdote preside la Eucaristía, las tareas ‘no dan lugar a la superioridad de los unos sobre los otros’. Si esto no se comprende y no se sacan las consecuencias prácticas de estas distinciones, será difícil aceptar que el sacerdocio esté reservado solo a los varones y no podremos reconocer los derechos de las mujeres o la necesidad de que participen, de diversas maneras, en la conducción de la Iglesia”, indicó.