La exalcaldesa de Ciudad de México, de 62 años, asumirá el cargo en presencia de numerosos dignatarios extranjeros, como el presidente brasileño, Luiz Inacio Lula da Silva, y la primera dama de Estados Unidos, Jill Biden.
“Es tiempo de mujeres y de transformación”, ha dicho Sheinbaum en numerosas ocasiones, en un país con un pesado historial de discriminación y violencia de género, donde unas 10 mujeres son asesinadas diariamente, según Naciones Unidas.
Sin embargo, tener a una mujer como presidenta no es garantía de un mayor enfoque en los derechos de las mujeres, dice María Fernanda Bozmoski, subdirectora del centro Adrienne Arsht para América Latina, parte del think tank estadounidense The Atlantic Council.
“Cuando pensamos en otras mujeres líderes en la región, eso no necesariamente se traduce en que los asuntos de las mujeres sean una prioridad”, declaró a la AFP, advirtiendo que Sheinbaum enfrenta otros asuntos acuciantes como la seguridad, la energía y la política exterior.
Sheinbaum juramentará ante el Congreso, convirtiéndose oficialmente en la líder del país de habla hispana más poblado del mundo -con 129 millones de habitantes-, antes de encabezar una celebración popular en el Zócalo, la principal plaza de Ciudad de México.
Un personaje de alto perfil que brillará por su ausencia será el rey Felipe VI de España, a quien Sheinbaum rechazó invitar acusándolo de no reconocer el daño causado a los pueblos originarios por la colonización, entre los siglos XVI y XIX.
España respondió anunciando que no participaría de la toma de mando, a pesar de sus fuertes lazos económicos e históricos con México.
Heredera de López Obrador
Científica de carrera, Sheinbaum alcanzó la victoria con la promesa de continuar con la agresiva agenda de reformas del presidente izquierdista, Andrés Manuel López Obrador, su copartidario y mentor.
El mandatario saliente dejó el palacio presidencial tras un periodo único de seis años (en México no hay reelección), pese a contar con una popularidad cercana al 70%, explicada principalmente por sus políticas enfocadas en ayudar a los mexicanos más pobres.
Hereda a Sheinbaum el liderazgo de una nación donde los asesinatos y secuestros son cotidianos y los sanguinarios cárteles de la droga controlan vastas porciones del territorio.
La creciente violencia criminal, vinculada al narcotráfico y a bandas dedicadas a la extorsión, entre otros delitos, deja un saldo de más de 450.000 asesinatos en el país desde finales de 2006.