Sometidos entre dos agentes, encorvados y con la cabeza gacha, esposados de manos y pies y encadenados. Así descendieron del avión en El Salvador cada uno de los más de dos centenares de deportados procedentes de Estados Unidos en algún momento de la noche del sábado al domingo.
A algunos los metieron en vehículos blindados, otros en autobuses.
Y todos fueron trasladados al Centro de Confinamiento del Terrorismo (Cecot), la megacárcel símbolo de la lucha contra las pandillas del gobierno de Nayib Bukele, donde les afeitaron el pelo y la barba, cambiaron sus ropas por calzoneta y camiseta blancas, y los hicieron posar apilados antes de meterlos en sus correspondientes celdas.
Con esas imágenes dignas de un thriller compartidas en la red social X anunció el propio presidente Bukele su llegada al país; una operación que tuvo lugar apenas unas horas después de que un juez estadounidense ordenara al gobierno de Donald Trump no llevarla a cabo.
Luego se especificaría que en el vuelo habían llegado 261 indocumentados, 238 presuntos miembros de la banda criminal venezolana Tren de Aragua y 23 supuestos miembros de la pandilla Mara Salvatrucha (MS-13), aunque hasta el momento no se han hecho públicas sus identidades ni se han mostrado pruebas de su vinculación criminal.
«Estos son los monstruos enviados a nuestro país por el corrupto de Joe Biden y los demócratas radicales de izquierda. ¡Cómo se atrevieron!», escribió en X Trump.
«Gracias a El Salvador y, en particular, al presidente Bukele, por comprender esta horrible situación a la que llegamos en Estados Unidos por la incompetencia del liderazgo demócrata. ¡No lo olvidaremos!», añadió el mandatario estadounidense.
¿Pero qué gana Bukele ofreciendo «un Guantánamo centroamericano» a Trump, tal como lo describen expertos consultados por BBC Mundo?
US$6 millones
Lo más obvio es que le supondrá a El Salvador una contraprestación económica, como ya adelantó el propio Bukele.
«Estados Unidos pagará una tarifa muy baja por ellos, pero alta para nosotros», por mantenerlos durante un año -«renovable»- en el Cecot, señaló en su publicación en X.
«Con el tiempo, estas acciones (pagos), combinadas con la producción que ya están generando los más de 40.000 presos en varios talleres y trabajos como parte del Programa Cero Ocio, ayudarán a que nuestro sistema penitenciario sea autosostenible», explicó el mandatario.
«Hoy por hoy su costo asciende a US$200 millones al año», agregó, sin especificar a cuánto ascendería la retribución estadounidense.
El trato de presos por dinero lo cerraron Bukele y el secretario de Estado estadounidense, Marco Rubio, cuando este último visitó El Salvador como parte de su gira por Centroamérica y el Caribe el mes pasado.
«Es un acuerdo sin precedentes, el más extraordinario del mundo», lo describió entonces el jefe de la diplomacia de EE.UU., añadiendo que El Salvador se había ofrecido a recibir a «criminales peligrosos» que estuvieran bajo custodia o cumpliendo condena, «incluso si son ciudadanos estadounidenses o residentes legales».

Durante una reunión de más de tres horas, Bukele y Rubio discutieron los detalles de las potenciales deportaciones.
Y de acuerdo a documentos internos del gobierno estadounidense obtenidos por la agencia AP, el acuerdo alcanzado incluía un pago de US$20.000 por preso por año, lo que sumaría unos US$6 millones por los deportados el fin de semana.
En estos informes en manos de AP también se sugiere que el Departamento de Estado reservaría hasta US$15 millones para pagos a El Salvador por ese «servicio».
Con información de https://www.bbc.com/mundo/articles/cy0d29e1rglo