El Consejo de Derechos Humanos de la ONU, con sede en Ginebra, es un órgano tan plural como cuestionado, una realidad que se vio perfectamente reflejada este martes, cuando China, Cuba y Burundi, frecuentemente en el punto de mira por su trato de disidentes y minorías, fueron admitidos a formar parte de la institución durante los próximos tres años.
“Sus historiales abismales de derechos humanos deberían descalificarles. Otros miembros del Consejo de Derechos Humanos deben trabajar para contener el proyecto contra los derechos humanos de este trío de abusadores”, escribió en la red social X (antes Twitter) la organización Human Rights Watch.
A pesar de sus protestas, no se trata de una situación anómala. Tanto Pekín como La Habana llevan tiempo formando parte del Consejo, que se divide en cinco áreas geográficas compuestas, a su vez, de un número determinado de representantes.
Así, Europa occidental, junto a otros países entre los que se incluyen Estados Unidos, Nueva Zelanda o Canadá, tiene 7 representantes; América Latina y el Caribe tienen 8; los países de Europa oriental, entre los que se incluye Rusia, 6; y tanto Asia-Pacífico como África tienen 13 representantes cada uno.
Los países miembro se eligen, además, en una votación secreta en la Asamblea General de la ONU en Nueva York, donde tienen derecho a voto los 193 países que conforman las Naciones Unidas.
Libia y Rusia, los únicos expulsados
Hasta ahora solo dos países han sido expulsados: Libia, en 2011, por la brutal represión de las protestas populares por parte del régimen de Muamar Gadafi, y Rusia, en 2022, tras la invasión de Ucrania ordenada por el presidente ruso, Vladímir Putin.
Precisamente en 2022, cuando la Asamblea General votó la resolución, impulsada por Estados Unidos, para suspender a Moscú, tanto China como Cuba votaron en contra.
Rusia se presentaba hoy también a ocupar un asiento en el Consejo, pero fue el único de los países que no superó el umbral de 97 votos necesario para avanzar en la votación.
Esta es una de las principales críticas que se le suelen hacer al órgano: que sus miembros más cuestionados en materia humanitaria se ayudan entre ellos y ponen el foco sobre unos conflictos e ignoran otros.
En 2018, durante la presidencia del republicano Donald Trump (2017-2021), Estados Unidos decidió retirarse del órgano, aduciendo un sesgo contra Israel, y declaró que buscaría otros cauces para buscar el impulso de los derechos humanos en el mundo.
La decisión no duró mucho. En 2021, con Joe Biden en la Casa Blanca, Washington decidió regresar al Consejo de Derechos Humanos, aunque el secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, aclaró que su país sigue convencido de que el grupo presta una atención desproporcionada a Israel.
Un largo historial de países cuestionados
Otros países que han tenido representación en el Consejo a lo largo de los años son Venezuela, Afganistán y Arabia Saudí, mientras que Sudán, que lleva años en un proceso de transición democrática bajo un régimen militar, es actualmente parte del grupo.
Con todo, la ONU defiende que todos los países que han sido elegidos para formar parte del Consejo de Derechos Humanos tienen derecho a formar parte del órgano, y enfatiza que su pertenencia les obliga a someterse a una evaluación de su historial en materia de derechos humanos.
En una rueda de prensa tras la votación de este martes, el portavoz de la Secretaría General de la ONU, Farhan Haq, puso el énfasis en esa evaluación a la que deben someterse los países miembro.
“Creemos que ningún país tiene un historial de derechos humanos perfecto, pero tienen que estar dispuestos a someterse a este tipo de evaluación que puede mejorar la situación de los derechos humanos en sus respectivos países”, dijo Haq.
Al ser preguntado en particular por el caso de China, el portavoz aseguró que “todos los países que son elegidos para formar parte del Consejo de Derechos Humanos por los países miembros se han ganado el derecho a estar ahí”.