Aunque la frontera terrestre entre Venezuela y Colombia se encuentra completamente abierta desde septiembre del año pasado, muchas personas todavía siguen usando caminos irregulares, mejor conocidos como trochas, para evitar posibles obstáculos legales.
Esas trochas, que atraviesan el río Táchira entre ambos países, fueron durante años la única vía de comunicación en pleno cierre total de los pasos fronterizos, en el momento más tenso de las relaciones entre los gobiernos de Maduro y Duque.
Con el restablecimiento de relaciones entre los dos países, los casi 2.200 kilómetros de frontera volvieron a estar a disposición del tránsito peatonal y comercial.
Pese a esto, los caminos irregulares, usualmente controlados por grupos armados ilegales, se siguen utilizando. Los principales motivos para hacerlo son evitar las colas de los controles migratorios, esconderse de las autoridades colombianas, ocultar antecedentes judiciales o evadir la solicitud de documentación actualizada.