El fenómeno María Corina recorre estos días la Venezuela profunda, esa que apoyó hace ya mucho tiempo a la revolución y ahora se quiere deshacer de ella. «No me importa si llego el lunes y me dicen que estoy botado (despedido). ¡Estamos resteados (nos la jugamos) con usted!», bramó uno de los asistentes al mitin de María Corina Machado, candidata favorita a la primaria opositora programada para octubre. La dirigente entregó el micrófono al seguidor, llegado desde las filas de la revolución, en medio del entusiasmo general, en un mitin con miles de personas, que no se veía hace años en la Venezuela deprimida y hastiada.
Machado, siempre de blanco, con el lema «Hasta el final» escrito en la espalda y una cruz sobre el pecho, ha devuelto a la oposición el fervor popular perdido por sus batallas intestinas pero, sobre todo, por su derrota ante la todopoderosa revolución bolivariana. El sábado llenó las calles de la ciudad llanera de Valera, chavista hasta hace poco. «La cantidad de personas que se acercan y son parte de las estructuras del chavismo, incluso de las bases del (partido oficialista) PSUV, son reveladoras para mí», sostuvo la líder de Vente Venezuela, que intenta moderar sus posiciones políticas más extremas en busca de una especie de centro liberal.
La multitud y el entusiasmo sorprendieron a casi todos, pero no al Palacio de Miraflores, que ha preparado una respuesta rápida ante el avance de la opositora. A la cabeza del operativo revolucionario aparece un oscuro personaje, Luis Ratti, quien el sábado anunció que reclamará la inhabilitación inmediata de Machado «por haber solicitado el TIAR (Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca), las sanciones y el bloqueo. Y también solicitar investigaciones de la procedencia de los fondos de su campaña».
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