La crisis política que atraviesa Francia es de una amplitud «poco conocida» en el país y su final se antoja «incierto», hasta el punto de que algunos expertos consideran que «puede marcar el final del ‘macronismo’».
Los próximos días van a ser decisivos. El Gobierno afrontará dos mociones de censura que tienen opciones de éxito. Aunque pocas, según varios politólogos consultados por EFE.
«No creo que tenga los apoyos necesarios, pero es más incierto que nunca porque, como sucedió con la ley de la reforma las pensiones, la división interna de la derecha tradicional convierte la situación en incierta», asegura el responsable del Observatorio de la Vida Política de la Fundación Jean Jaurés, Émeric Bréhier.
Algo similar opina el profesor de la Universidad de Niza y de la Escuela Politécnica Vincent Martigny, que cree que todo depende del partido conservador Los Republicanos, que «detesta a Macron».
El éxito de una de las mociones «sería histórico», asegura a EFE este politólogo, que ve las cuentas «muy ajustadas».
El partido del presidente cuenta con 250 diputados en la Asamblea Nacional, donde son necesarios 287 para aprobar la moción de censura (normalmente son 289 pero la cifra es menor porque hay cuatro escaños vacantes).
Los Republicanos, que tienen 61 escaños, ya han anunciado que no la apoyarán, pero en su seno hay varios diputados díscolos, capitaneados por el joven Aurélien Pradié, lo que no garantiza la continuidad del Ejecutivo.
Para Bréhier, el LR es el gran perdedor de esta crisis, porque apenas tres meses después de su congreso se han revelado «como un partido sin líder, sin programa, sin línea política y profundamente dividido».
Deterioro de imagen
El triunfo de la moción, según ambos expertos, abocaría a Macron a disolver las cámaras, convocar legislativas y, en la actual coyuntura social, con multitudinarias manifestaciones en las calles, afrontarlas en una situación de degradación creciente de su imagen.
En las últimas semanas la popularidad del presidente ha caído siete puntos y solo cuenta con el respaldo, según distintos sondeos, de un cuarto de los franceses.
«En esas condiciones se puede gobernar, pero es más difícil», considera Martigny, mientras que Bréhier cree que «pase lo que pase, (Macron) perderá las riendas de la vida política».
Reelegido hace menos de un año, al presidente le quedan más de cuatro por delante y, sin posibilidad de optar a un tercer mandato, los expertos creen que Macron tendrá muchas dificultades para marcar la agenda.
«Tratará de hacerlo impulsando leyes como la de reforma de las instituciones, que ya había prometido en su primer mandato, pero vista la división política del país, no tiene muchas opciones de sacarlas adelante», señala Bréhier.
La incertidumbre también planea sobre el Gobierno. La primera ministra, Elisabeth Borne, parece amortizada incluso aunque supere las mociones de censura, por su incapacidad para haber construido una mayoría para sacar adelante la reforma de las pensiones sin recurrir al mecanismo de adopción sin voto.