Unos 2.000 migrantes, entre ellos venezolanos, avanzaron hasta la mitad de Puente Internacional Santa Fe, línea divisoria entre México-Estados Unidos, en la mexicana Ciudad Juárez, para presionar y exigir a las autoridades estadounidenses su ingreso a aquel país este domingo.
En una primera acción, los migrantes, centro y suramericanos en su mayoría, rebasaron un punto de revisión de autoridades mexicanas en el referido puente, también conocido como Paso del Norte, que limita las Ciudad Juárez y la ciudad de El Paso, Texas, Estados Unidos y luego intentaron ingresar por la fuerza a Estados Unidos.
El objetivo de los migrantes fue ejercer presión y llamar la atención de las autoridades estadounidenses para que les otorguen permisos y les permitan cruzar para ir en busca del llamado «sueño americano».
Entre los propios indocumentados que permanecen cerca del cruce fronterizo corrió el rumor de que llegando a dicho punto los dejarían ingresar. Sin embargo, los agentes migratorios de Estados Unidos los esperaban armados y para impedir su paso instalaron una concertina de seguridad, es decir, alambre de cuchillas enrollado, para evitar que cruzaran ilegalmente.
Debido a la llegada de más migrantes, sus reclamos fueron en aumento hasta que las autoridades estadounidenses golpearon a los que intentaban cruzar al tiempo que los amenazaron con armas de fuego.
Decenas de indocumentados refirieron que han intentado cruzar a Estados Unidos de forma legal, que han hecho el esfuerzo para tener una cita con las autoridades migratorias para conseguir asilo político, pero no han corrido con suerte ya que en la aplicación siempre les aparece un error al momento que conseguir la cita.
Debido a ello, dijeron, permanecerán el tiempo que sea necesario en la mitad del puente para poder ingresar a Estados Unidos. Ante tal escenario, los agentes de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos formaron una barrera con decenas de policías para vigilar la zona.
Uno de los manifestantes fue Luisa, originaria de Venezuela, quien contó a EFE que el 1 de marzo se presentó con su cita y las autoridades de Estados Unidos le dijeron que se despidiera de sus hijos, «que yo pasaba, pero ellos no».