El apoyo de 59 países. Fondos milmillonarios en el extranjero. La renovación de la esperanza entre los venezolanos. Eso fue lo que la presidencia interina de Juan Guaidó trajo consigo en el 2019. Pero parece que no fue suficiente: en diciembre del año pasado, los principales partidos opositores dieron fin a ese Gobierno, tan prometedor en sus inicios.
En su lugar, quedó un Comité que no cuenta con la base constitucional de la presidencia interina, ni con su apoyo internacional. Pareciera sólo un síntoma de la más reciente crisis opositora.
La crisis de los grandes partidos
Fueron cuatro los partidos que conformaron el Gobierno interino: Acción Democrática, Un Nuevo Tiempo, Primero Justicia y Voluntad Popular, el partido de Guaidó. Por iniciativa de los primeros tres, el Gobierno llegó a su fin. Esta decisión no vino de la nada. Llegó un punto en que el descontento popular era difícil de ignorar.
“Guaidó y el liderazgo de Voluntad Popular terminaron su proceso político con cerca del 70 por ciento de rechazo, es decir, que Guaidó tiene más rechazo que el mismísimo Nicolás Maduro. Se trata del fin de un proceso en el que fueron la cara principal de una derrota y de un mal gobierno”, comenta a DW Thays Peñalver, analista especializada en Venezuela.
Los otros tres partidos, que durante la presidencia interina fueron auxiliares, también quedaron desprestigiados. En febrero, encuestas de Datincorp indicaron que sólo un 14 por ciento de los venezolanos votaría por los partidos tradicionales. No cuentan con el apoyo popular, ni tienen un norte claro.
Pero estos son los partidos que dominan la Asamblea Nacional opositora, la única institución venezolana reconocida por el mundo democrático. Fue aquí donde surgió el Gobierno interino, así como el polémico Comité que lo reemplazó. El principal objetivo de este es administrar los fondos que el Gobierno interino tenía en el extranjero, pero todavía no cuentan con el apoyo internacional para ello.
Miles de millones de dólares en un limbo
“Cuando EE. UU. reconoció a Guaidó, le cedieron el manejo de Citgo, una empresa petrolera venezolana en suelo estadounidense”, explica el economista venezolano José Toro Hardy. “Es difícil dar un número exacto, pero Citgo está valorada en muchos miles de millones de dólares. Con la eliminación del Gobierno interino, no se sabe quién va a manejar ese capital”.
Lo mismo sucede con el oro venezolano en Londres. El Banco de Inglaterra tiene 31 toneladas de este oro en sus bóvedas. Hardy recuerda que “el Gobierno de Maduro pide que se lo devuelvan, pero el Gobierno del Reino Unido sólo reconoce a Guaidó. “
Citgo y el oro quedan en el limbo producido por el fin de la presidencia interina, un limbo como el de los millones de venezolanos que quedaron sin un liderazgo claro. Este es un vacío, por cierto, que ya otros están llenando. Así lo indican las encuestas.
Despuntan candidatos alejados de la élite
En octubre de este año, la oposición tendrá elecciones primarias para elegir al contrincante de Maduro en las presidenciales de 2024. Las últimas encuestas arrojan a dos favoritos: la radical María Corina Machado y el comediante Benjamín Rausseo, mejor conocido como el “Conde del Guácharo”.
En febrero, Datincorp indicó que Machado tiene un 25 por ciento de intención de voto, seguida por un 17 por ciento de Rausseo. La firma MoreConsulting también los pone en primer y segundo lugar: a Machado con un 47,4 por ciento y a Rausseo con el 38,7 por ciento.
“Desde hace años María Corina Machado es la líder opositora más radical en su estrategia para enfrentar al régimen. Su consistencia le ha ganado mucho apoyo popular, pero la ha aislado políticamente”, indica Pedro Burelli, presidente del Programa de Liderazgo Latinoamericano de la Universidad de Georgetown.
Ya, en 2021, Machado se había deslindado del Gobierno de Guaidó. Fue de las primeras en hacerlo. Desde entonces, está confrontada con los grandes partidos. “Uno de sus grandes retos de cara a las primarias es que viene haciendo política sola, y eso le ha ganado enemigos”, observa Burelli.
El caso de Rausseo es diferente. Es el candidato de la antipolítica y, como tal, juega un rol típico en los tiempos de crisis. Si hay algo que las encuestas dejan claro, es el desencanto de los venezolanos con sus líderes: según Datincorp, el 81 por ciento quiere un candidato que no sea ni del Gobierno ni de la oposición.
“Rausseo llena un espacio que Hugo Chávez llenó en 1998. Pero votar por un candidato sólo por protestar contra otros es un peligro, las consecuencias las hemos visto los últimos 20 años”, advierte Burelli.
La oposición atraviesa un campo minado
Que los venezolanos protesten contra esta oposición es comprensible. Han sido muchas las derrotas. Pero la tarea de oponerse al Gobierno venezolano no es nada fácil. Los opositores atraviesan un campo minado. A cada paso se arriesgan a que los extorsionen, exilien o apresen, contextualiza Burelli.
“El régimen de Maduro sigue cometiendo crímenes de lesa humanidad, aún cuando está siendo investigado por dichos crímenes en la Corte Penal Internacional. Seguirlos cometiendo no pareciera tener para ellos un gran costo político. Se ha convertido en la norma”, sentencia. Y luchar contra eso no es poca cosa.
Especial de DW